BLOG COM TEXTOS LITERÁRIOS PARA ENTRETENIMENTO


Para ler poemas, fragmentos e poesia em prosa que ousei publicar na internet, veja www.lapidandopedras.blogspot.com

quinta-feira, 23 de agosto de 2012

Del Sentimiento de lo Fantástico - Julio Cortázar



DEL SENTIMIENTO DE LO FANTÁSTICO – Julio Cortázar

 

Esta mañana Teodoro W. Adorno hizo una cosa de gato: en mitad de un apasionado discurso, se quedó inmóvil y rígido mirando fijamente un punto del aire en el que para mí no había nada que ver hasta la pared donde cuelga la jaula del obispo de Evreux, que jamás ha despertado el interés de Teodoro. Cualquier señora inglesa hubiera dicho que el gato estaba mirando un fantasma matinal, los más auténticos y verificables, y que el paso dela rigidez inicial a un lento movimiento de la cabeza de izquierda a derecha, terminando en la línea de visión de la puerta, demostraba de sobra que el fantasma acabara de marcharse, probablemente incomodado por esa detección implacable.

 

(La Vuelta al Día en Ochenta Mundos – Tomo I – Siglo Veintiuno Editores. Buenos Aires: 1996)

quarta-feira, 15 de agosto de 2012

DE LA SERIEDAD EN LOS VELORIOS




(…)



De entre eses relatos elijo, sabiendo que lo malogro, la historia de cómo unos conocidos de Gancedo que llamaré prudentemente de Solano y Copitas fueran a un velorio y lo que pasó en él.

A Solano le tocó acarrear el pésame en nombre de los compañeros de oficina del difunto, changa que le abrumó al punto de buscar apoyo moral en el mostrador de un bar donde ya estaba Copitas en abierta demonstración de lo acertado del sobrenombre. A la sexta grapa Copitas condescendió a acompañar a Solano para levantarle el ánimo, y cayeron al velorio en alto grado de emoción etílica. Le tocó a Copitas entrar primero en la capilla ardiente, y aunque en su vida había visto al muerto, se acercó el ataúd, lo contempló recogido, y volviéndose a Solano le dijo con ese tono que sólo suscitan y quizá oyen los finados:

- Está idéntico.

A Solano este le produjo un tal ataque de hilaridad que sólo pudo disimularlo abrazándose estrechamente a Copitas, que a su vez lloraba de risa, y así se quedaron tres minutos, sacudidos los hombros por terribles estremecimientos, hasta que uno de los hermanos del difunto que conocía vagamente a Solano se les acercó para consolarlos.

- Créanme, señores, que jamás me hubiera imaginado en que la oficina lo querían tanto a Gancedo... Dijo… Como no iba casi nunca…



(La vuelta al día en ochenta mundos – Tomo I – Siglo Veintiuno Editores. Buenos Aires: 1996)