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sábado, 7 de julho de 2012

HAY QUE SER REALMENTE IDIOTA - JULIO CORTÁZAR (fragmentos)



Hace años que me doy cuenta y no me importo, pero nunca se me ocurrió escribirlo porque la idiotez me parece un tema muy desagradable, especialmente se es el idiota quien lo expone. Puede que la palabra idiota sea demasiado rotunda, pero prefiero ponerla de entrada y calentita sobre el plato aunque los amigos la crean exagerada, en vez de emplear cualquier otra como tonto, lelo o retardado y que después los mismos amigos opinen que uno se ha quedado corto. En realidad no pasa nada grave pero ser idiota lo pone a uno completamente aparte, y aunque tiene sus cosas buenas es evidente que de a ratos hay como una nostalgia, un deseo de cruzar a la vereda de enfrente donde amigos y parientes están reunidos en una misma inteligencia y comprensión, y frotarse un poco contra ellos para sentir que no hay diferencia apreciable y que todo va buenísimo. (…)

Me divierto o me conmuevo enormemente (…) y en todo caso me alegro de vivir y de haber tenido la suerte de ir a cualquier sitio donde gentes extraordinarias están haciendo o mostrando cosas que jamás se habían imaginado antes, inventando un lugar de revelación y de encuentros, algo que lava de los momentos en que no ocurre nada más que lo que ocurre todo el tiempo. (…)

Ahora que lo pienso la idiotez debe ser eso: poder entusiasmarse todo el tiempo por cualquier cosa que a uno le guste, sin que un dibujito en una pared tenga que verse menoscabado por el recuerdo de su existencia. La idiotez debe ser una especie de presencia y recomienzo constante. (…)

Ahora si me gusta, ahora me gusta tanto, ahora soy yo, reincidentemente yo, el idiota perfecto que en su idiotez que no sabe que es idiota y goza perdido en su goce, hasta que la primera frase inteligente lo devuelva a la consciencia de su idiotez y lo haga buscar presuroso un cigarrillo con manos torpes, mirando el suelo, comprendiendo y a veces aceptando porque también un idiota tiene que vivir.